viernes, noviembre 30, 2007

Un Meteorito No Fue la Causa de la Peor Extinción en Masa de Nuestro Mundo


La Gran Mortandad de hace 250 millones de años sucedió lentamente, de acuerdo con geólogos de la Universidad de California del Sur (USC).
La estudiante de doctorado Catherine Powers viajó a yacimientos fósiles de todo el mundo, incluyendo este en Grecia, para estudiar antiguas comunidades marinas de briozoos. Imagen: Matthew Clapham

La mayor extinción en masa de la historia de la Tierra puede también haber sido una de las más lentas, de acuerdo con un estudio que arroja dudas sobre la teoría de extinción por un meteorito.
El incremento en la presión ambiental alimentado por las erupciones volcánicas y el calentamiento global fue la causa que probablemente provocó la Gran Mortandad hace 250 millones de años, dijo la estudiante de doctorado de la USC, Catherine Powers.
En un artículo del ejemplar de noviembre de la revista Geology, Powers y su supervisor David Bottjer, profesor de ciencias de la Tierra en la USC, describe un lento declive en la diversidad de algunos organismos marinos comunes.
El declive comenzó millones de años antes de la desaparición del 90 por ciento de las especies de la Tierra el final de la era Pérmica, demuestra Powers en su estudio.
Lo más dañino para la teoría del meteorito es que el estudio encontró que los organismos del océano profundo fueros los primeros en morir, seguidos por aquellos de barreras y arrecifes, y finalmente los cercanos a las costas.
“Algo vino desde el fondo de los océanos”, dijo Powers. “Algo subió por la columna de agua matando a todos esos organismos”.
Posiblemente lo que ascendió fue sulfuro de hidrógeno, de acuerdo con Powers, quien citó estudios de la Universidad de Washington, Universidad Estatal de Pennsylvania, la Universidad de Arizona y el laboratorio de Bottjer en la USC.
Esos estudios, combinados con los nuevos datos de Powers y Bottjer, apoyan un modelo que atribuye la extinción a enormes erupciones volcánicas que liberaron dióxido de carbono y metano, disparando un rápido calentamiento global.
El agua de los océanos más cálida habría perdido parte de su capacidad de retener oxígeno, permitiendo al agua rica en sulfuro de hidrógeno brotar desde las profundidades (el gas vino de bacterias anaerobias del fondo del océano).
Si escaparon grandes cantidades de sulfuro de hidrógeno a la atmósfera, el gas habría matado a la mayor parte de las formas de vida y también habría dañado la capa de ozono, incrementando el nivel de radiación ultravioleta que alcanzó la superficie del planeta.
Powers y otros creen que la misma secuencia letal se repitió en otra gran extinción hace 200 millones de años, al final de la era del Triásico.
“Hay muy pocas personas que se agarren a la idea de que fue un impacto de meteorito”, dijo. Incluso si tuvo lugar tal impacto, añade, podría no haber sido la causa principal de una extinción ya en progreso.
En su estudio, Powers analizó la distribución y diversidad de los briozoos, una familia de invertebrados marinos.
Basándose en los tipos de rocas en los que se hallaron los fósiles, Powers fue capaz de clasificar los organismos de cuerdo con la edad y profundidad aproximada de su hábitat.
Encontró que la diversidad de briozoos en las profundidades del océano comenzó a decrecer hace aproximadamente 270 millones de años y cayó en picado en los 10 millones de años antes de la extinción masiva que marcó la era del Pérmico.
Pero la diversidad en profundidades medias y cerca de la costa cayó más tarde y gradualmente, con los briozoos costeros siendo los últimos afectados, dijo Powers.
Observó el mismo patrón antes de la extinción de finales del Triásico, 50 millones después de la de finales del Pérmico.
El trabajo de Powers fue patrocinado por la Sociedad Geológica Americana, la Sociedad Paleontológica, el Museo Americano de Historia Natural y el Museo Yale Peabody, y complementada con una beca del programa Mujeres en la Ciencia e Ingeniería de la USC.
Geology es una publicación de la Sociedad Geológica Americana.

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