martes, diciembre 18, 2007

Se duplicó la cantidad de ballenas muertas en la península Valdés


Este año, el número de animales varados es el más alto del mundo desde 1971

Una escena inusual empañó en octubre y noviembre el espectáculo que cada año brindan las ballenas que se acercan a las costas de la península Valdés, en el sur argentino. Turistas y no sólo científicos pudieron ser testigos de la gran cantidad de ejemplares de la ballena franca austral que aparecieron varados, muertos, en las costas del golfo Nuevo. Más precisamente, algo más del doble que los años anteriores. "Este año murió el 32% de la cohorte de ballenas vivas que llegaron a la península esta temporada, lo que para la comunidad científica internacional que se dedica al estudio de cetáceos es el número más alto de la historia de registro de la especie, desde 1971", explicó ayer a LA NACION el licenciado Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB). El 90% de los ejemplares muertos son crías de hasta 8 metros de largo. Este aumento inusual de la mortalidad de estos mamíferos del océano fue detectado por el Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral, que integra el ICB, la Sociedad de Conservación de Ballenas de los Estados Unidos y la Fundación Patagonia Natural. El financiamiento no está a cargo del Estado argentino, aunque la ballena franca austral fue declarada monumento natural nacional, sino del Servicio de Pesquerías Marinas de los Estados Unidos (NMFS, por sus siglas en inglés). Según los registros del programa, la cantidad de ejemplares que llegaron vivos a aguas argentinas y murieron varados en las costas fue del 16% en 2003; del 14%, en 2004; del 20%, en 2005; del 10%, en 2006, y del 32%, este año. Para Sironi, "algo ocurrió en octubre y noviembre como para que 83 animales murieran tan rápido sólo en el golfo Nuevo". En el golfo San José, en cambio, aparecieron 7 ejemplares muertos. "Cada año se registran más ballenas francas varadas, muertas, en las costas de la península Valdés que en otras poblaciones y sitios del mundo", explicó a través de un comunicado la doctora Vicky Rowntree, codirectora del Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral y cofundadora de la Ocean Alliance, en los EE.UU. Pero ¿por qué murieron tantas ballenas? Es el gran enigma para descifrar. Para ello, se sumaron Bill McLellan y Michael Moore, científicos del NMFS, y Katie Touhey, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Durante su estadía en Chubut, realizaron diez necropsias de ballenas francas. Según Nadia Mohamed, coordinadora de campo del programa, se pudieron realizar necropsias parciales o totales en los cuerpos que se encontraron en mejor estado de conservación. Y la veterinaria Marcela Uhart, codirectora del programa, confirmó: "Las muestras obtenidas este año fueron enviadas a laboratorios especializados para su análisis", pero no descartó que el estado avanzado de descomposición de las ballenas muertas en el momento de ser reportadas y estudiadas dificultara mucho la determinación de las causas de muerte. Por ahora, la principal hipótesis considerada surgió de una coincidencia: en octubre último, en las aguas del golfo Nuevo se registró una marea roja con una intensidad muy poco frecuente. "A veces, las algas tienen floraciones que generan un nivel de concentración de biotoxinas letal para los animales y el ser humano -explicó Sironi-. Por eso, lo primero que buscamos en las necropsias es el intestino y el estómago, donde se concentran esas biotoxinas." Pero hasta ahora se ignora si existe relación entre la muerte de las ballenas y la marea roja, así como también si la mano del hombre intervino en el nivel de intensidad de esa marea. "En el golfo Nuevo, gran parte de la floración de las algas se debe al desagüe de líquidos cloacales, que provienen de una planta de tratamiento en Puerto Madryn y que, a través de El Doradillo, desemboca en las aguas del golfo", explicó Diego Taboada, director del ICB.

Por Fabiola Czubaj De la Redacción de LA NACION

martes, diciembre 11, 2007

Los pingüinos antárticos, en riesgo por el cambio climático


NUSA DUA, Indonesia.- Los resultados de dos estudios presentados ayer durante la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático que la ONU organiza en esta bella isla de Bali concentraron la atención de los delegados de 180 naciones sobre los efectos del calentamiento global. Uno de ellos, realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), demostró que el aumento de las temperaturas en nuestro planeta está amenazando gravemente a los pingüinos en la Antártida. Allí, cuatro especies disminuyeron un 66% su población en los últimos 25 años.

El informe "Pingüinos antárticos y el cambio climático" les aportó ayer a los más de 10.000 asistentes a la conferencia datos concretos sobre qué especies logran alimentar a sus crías y cuáles perdieron sus alimentos por la pesca excesiva ante la reducción de las masas de hielo. "Los pingüinos antárticos tienen ya una larga marcha tras de sí -dijo Anna Reynolds, vicedirectora del Programa de Cambio Climático del WWF-. Ahora, estos íconos de la Antártida tendrán que enfrentar una batalla extremadamente dura para adaptarse a este cambio climático sin precedente." Es que el continente blanco sufre un aumento de la temperatura cinco veces más rápido que la media mundial, mientras que la aguas también se han calentado hasta una profundidad de 3000 metros. En la parte occidental de la península, el hielo cubre un 40% menos de territorio que hace 26 años. Esto hace que haya menos krill, que es la principal fuente de alimento de los pingüinos Barbijo, cuya población se redujo entre el 33 y el 66% en algunas colonias, según precisa el informe. También los pingüinos Papúa sufren presiones similares, y en el último medio siglo se redujeron a la mitad algunas colonias de Emperador. Asimismo, el informe del WWF explica que los inviernos más calurosos y los fuertes vientos fuerzan a estos animales a cuidar de sus crías sobre capas de hielo cada vez más delgadas: "Durante muchos años, el hielo se ha roto y muchos huevos y crías fueron arrastrados antes de poder sobrevivir por sí mismos", afirma el estudio. En tanto, en el noroeste de la Península Antártica, donde el calentamiento es más intenso, la población de pingüinos Adelia "disminuyó un 65% en los últimos 25 años". Esto, explican los autores, no sólo se debe a la falta de alimento, sino también a que sus primos Barbijo y Papúa, que son de aguas más cálidas, invadieron sus zonas. Ahora, los científicos temen que los pingüinos Adelia, que necesitan territorio libre de nieve para tener a sus crías, pierdan hábitat en favor de otras especies. Cuestión de seguridad El segundo trabajo presentado ayer en el centro de convenciones de esta isla indonesia definió al cambio climático como "una cuestión de seguridad". Realizado por el Consejo Asesor Alemán del Cambio Climático, el estudio afirma que el calentamiento global podría provocar una migración en masa, desestabilizar el comercio y desencadenar conflictos por la tierra de cultivo y el agua desde Africa hasta Asia. El informe asegura que "se acaba el tiempo para que las naciones alcancen un acuerdo que obligue a una reducción de gases de efecto invernadero antes de que las altas temperaturas, el aumento del nivel de los mares, el deshielo de los glaciares y más sequías e inundaciones siembren el caos". Y agrega que son los países en desarrollo, y en especial aquellos con gobiernos débiles, los que más riesgo corren "de una amenaza para la seguridad regional. No estamos hablando de conflictos entre ejércitos de países -dijo Hans Joachim Schellnhuber, coautor del estudio, durante una conferencia de prensa-. En el futuro, prevemos que si no se reduce el calentamiento global, las naciones frágiles y vulnerables pueden desplomarse por su presión y hasta enviar la onda expansiva a otros países". Schellnhuber, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, señaló también a los periodistas acreditados que si las previsiones científicas se cumplen "puede que tengamos algo parecido a una guerra civil global con muchos focos de conflictos". El investigador puso como ejemplo del origen de esos conflictos al deshielo de los glaciares en el Himalaya y en los Andes. Otro ejemplo fue la crisis de Darfur, en parte desencadenada por la prolongada sequía. "El cambio climático agudizará las tensiones, que aumentarán exponencialmente por el acceso al agua y la degradación de la tierra o la subida del nivel del mar", dijo Achim Steiner, director ejecutivo del Programa Medioambiental de Naciones Unidas. Agencias Reuters y DPA