miércoles, abril 25, 2007

El hierro de las profundidades marinas influye más de lo pensado en el cambio climático



Las variaciones en la cantidad de hierro que emerge de las profundidades a la superficie marina pueden tener un efecto mayor en el cambio climático de lo que hasta ahora se creía, advierte un estudio de científicos franceses y australianos.
Esta investigación, que recoge en su última edición la revista científica "Nature", analiza la función de ese elemento como nutriente del fitoplancton, conjunto de organismos acuáticos responsable de casi la mitad de los procesos de fotosíntesis que tienen lugar en la Tierra.
La cantidad de este microorganismo marino, que varía en función del hierro que emerge a la superficie, es clave, por tanto, en el procesamiento del dióxido de carbono de la atmósfera, uno de los principales causantes del calentamiento del planeta.
Para analizar este proceso, los científicos estudiaron un fenómeno de florecimiento natural del fitoplancton en el Océano Indico meridional, a unos 2.000 kilómetros al norte de la costa de la Antártida, cerca del archipiélago de las islas Kerguelen.
Hasta ahora, las investigaciones sobre el florecimiento del fitoplancton, que consiste en la multiplicación de este microorganismo por un exceso de nutrientes y una temperatura favorable, habían provocado artificialmente este fenómeno mediante la fertilización de las aguas durante un corto período de tiempo.
"Hemos descubierto que el suministro de hierro y otros nutrientes a la superficie marina desde la profundidad es la causante del gran florecimiento de fitoplancton que observamos sobre la meseta Kerguelen en el Océano Indico Sur", indica el informe.
"Esta fertilización natural es al menos diez veces más eficaz que la que propició los florecimientos artificiales de algunos experimentos a corto plazo", añade.
Para los científicos, esto demuestra que el efecto del hierro sobre el fitoplancton y, en consecuencia, sobre el nivel de dióxido de carbono de la atmósfera, es mayor que el que hasta ahora se atribuía.Fuente: EFE 04/25/2007 - 07:27:00hs

martes, abril 24, 2007

Los secretos del hielo antártico


La Argentina fue el primer país del mundo en contar con una base permanente en la Antártida, en 1904. Hoy la visitan turistas y es el centro de las miradas de los científicos por ser la mejor ventana para estudiar el cambio climático, la amenaza del planeta.Mirada desde muy alto, a través de los ojos de un satélite, su imagen parece la hoja de un árbol. Es el continente más frío, ventoso y seco de la Tierra. Lo llaman la fábrica meteorológica del planeta, y no es en vano, ya que allí pueden alternar las cuatro estaciones en un mismo día. Parte del misterio radica en que la nieve que cae en la Antártida no se derrite. En lugar de ello, el peso de las subsecuentes nevadas la va “quemando” y la comprime. La capa de hielo (o permafrost) que cubre el Continente Blanco ha crecido luego de años y años de nevadas. Su grosor promedio es de 2200 metros. Dentro del núcleo o corazón de esos enormes macizos existen polvo, sustancias químicas y burbujas de aire –atrapados durante el proceso de formación de hielo– que son como huellas dactilares capaces de hablar de la historia geológica de nuestro planeta. Los científicos utilizan esos núcleos helados para estudiar los cambios climáticos de la tierra y la atmósfera detrás de claves que expliquen el fenómeno del calentamiento global, proceso que abre un signo de interrogación sobre el futuro. Además, esas enormes masas de hielo contienen casi el 90% del agua del planeta, y al menos el 70% de ese vital líquido es agua potable, lo que convierte a la Antártida en la reserva de agua potable del planeta. Sus 14 millones de kilómetros cuadrados de superficie ganan 20 millones más cuando buena parte del mar que la rodea se congela y lo vuelve el tercer continente más grande del globo. En la Antártida hace mucho frío; el récord: casi 90º bajo cero. Tomar una bocanada de ese aire puede generar un espasmo capaz de causar un infarto. Soplan vientos de hasta 330 km por hora. Los temporales son sordos, sin truenos ni relámpagos, y arrastran la nieve endurecida. En la jerga antártica se los llama blizzard. El aire que se respira y el suelo que se camina allí son los más puros y asépticos del planeta: no prosperan virus; sí, algunas bacterias, levaduras y hongos. En la Antártida ocurren fenómenos ópticos únicos. Por ejemplo, la aurora austral, por arriba de los 100 km de altura, vinculada con los vientos solares. O el blanqueo, durante el que no hay sombras, o los espejismos, que se producen cuando los rayos de luz se refractan en la superposición de capas de aire. Y, por supuesto, en el centro del continente –el Polo Sur–, el amanecer y el anochecer dos veces al año: durante seis meses es de día y durante los otros seis, de noche.

viernes, abril 13, 2007

1° Bienal del Fin del Mundo. Artistas y científicos, juntos en un proyecto de conservación



Alertan sobre una especie en peligro clave para el estudio de las aves migratorias
Con no más de 200 gramos, el playero rojizo es un modelo para el estudio de las aves migratorias: todos los años, en busca de un lugar donde anidar, recorre los 32.000 kilómetros que separan a Tierra del Fuego del ártico canadiense, en un viaje con múltiples paradas de aprovisionamiento en lugares tan disímiles como Puerto Madryn, el Amazonas o la bahía de Delaware, en Estados Unidos. Basta con que se rompa un solo eslabón de ese periplo para que la especie caiga en desgracia. Y eso es lo que está sucediendo: "La población de estas aves se redujo un 75% en poco más de una década -dijo a LA NACION el doctor Guy Morrison, del Centro Nacional de Investigación de la Fauna, de Canadá-. La causa es la sobrepesca del cangrejo herradura, de cuyas crías se alimenta el playero cuando hace escala en la bahía de Delaware". De visita en la Argentina, como todos los años, para el recuento de los ejemplares de playero rojizo -o Red Knot , como se lo conoce en Canadá-, esta vez Morrison participó de un original proyecto de conservación de esta ave, que unió a artistas plásticos, científicos, maestros y niños, y cuyos resultados fueron presentados días atrás en Ushuaia, en la 1ra Bienal del Fin del Mundo.
http://www.bienalfindelmundo.com/index2.html"Nuestra propuesta fue acercar arte, cultura, naturaleza y ciencia, a través de una actividad artística realizada en conjunto con la comunidad de Tierra del Fuego", explicaron los artistas plásticos Edith Matzen Hirsch y Fernando Goin, autores del proyecto, del que participaron 247 chicos de 6 y 7 años de escuelas de Ushuaia y Río Grande, Tierra del Fuego.
Articulo completo en:
http://www.lanacion.com.ar/899223

miércoles, abril 11, 2007

Expertos advierten sobre los efectos del cambio climático en la Argentina



¿De qué sirve conocer que en los próximos años aumentarán las tormentas y el granizo, desaparecerán los cultivos de trigo o maíz, crecerán el Chagas, el dengue y la malaria, se multiplicarán los casos de cáncer de piel en el Sur o migrarán los peces característicos de nuestras aguas si no se toman medidas para minimizar sus efectos y aumentar nuestra capacidad de adaptación al cambio climático? Esa fue la pregunta que quedó ayer en el aire de la sala del Centro de Información de la ONU para la Argentina y Uruguay, donde científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) presentaron el diagnóstico de situación para nuestro país para los próximos 93 años, según consta en el informe del Grupo de Trabajo II del IPCC aprobado en Bruselas el viernes último. "Hoy, a la Argentina no se le está dando mucha importancia en el mundo desarrollado por su falta de previsión en el ordenamiento territorial. No disponemos de información [de estudios progresivos de seguimiento climático e hidrológico] y no sabemos siquiera, por ejemplo, dónde se sembrará mañana, y si queremos defender la capacidad de producción ya deberíamos estar pensando adónde trasladaremos los cultivos que afectará el aumento de la temperatura", señaló el doctor Osvaldo Canziani, copresidente del grupo de Trabajo II del IPCC que estudia los efectos, la vulnerabilidad y la adaptación del planeta al cambio climático. Y agregó: "Es un problema de planificación, y lamentablemente, como en el resto de la región, no tenemos planes a mediano ni a largo plazo para enfrentar los efectos del cambio climático. Medir lo que está ocurriendo es responsabilidad de cada país y nuestros gobiernos no lo están haciendo". Pero ¿qué es lo que el aumento de las temperaturas de hasta 1,2°C en 2020 y de hasta 4,5°C en 2080 puede provocar en la Argentina durante este siglo? La lista incluye: lluvias, tormentas y granizos intermitentes y erráticos en todo el país; tornados desde Santa Rosa, La Pampa, hacia el Norte; alteración del área del Río de la Plata y el Delta por inundaciones, cambios del nivel del mar, ingreso de agua salina al suelo y aumento de las tormentas; reducción de la producción de energía hidroeléctrica por falta de agua en la zona de Cuyo, el Noroeste y una parte de la Patagonia. "Aunque no es inmediato, porque para 2020 se prevé que primero desaparezcan los pequeños glaciares tropicales y en la Argentina no faltará el agua durante la primera mitad del siglo, a partir de 2050 debería comenzar a preocuparse", indicó la doctora Graciela Magrín, coordinadora del Capítulo 13 del IPCC sobre América latina. Infecciones Se expandirán las zonas de contagio de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, como la malaria, el dengue y el Chagas, además de enfermedades emergentes. En el Sur, habrá más casos de cáncer de piel y problemas respiratorios infantiles si sigue disminuyendo el ozono, que protege al planeta de los rayos solares nocivos. Por otro lado, en el Gran Chaco se agudizará la degradación del suelo, que es especialmente frágil ante el avance de la desertización y la salinización, es decir, la acumulación excesiva de las sales del agua. Esto es especialmente preocupante para las zonas de producción agrícola y ganadera, ya que afecta a los cultivos, reduce la calidad del suelo y limita los usos potenciales de las aguas subterráneas. Según Magrín, en el 50% de las tierras áridas y semiáridas de América latina aumentarán la desertización y la salinización. Pero si se toman las medidas adecuadas para aprovecharlo sin excesos los cambios del clima beneficiarían a la producción de soja, un cultivo capaz de tolerar un aumento de las temperaturas ambiente de hasta 3°C. En cambio, el futuro del trigo, el maíz y el girasol para la próxima mitad de siglo es menos promisorio, ya que bastan apenas 1 a 1,5°C más de la temperatura, lo que se espera que ocurra antes de 2020, "para que desaparezcan", coincidieron los expertos. Se prevé que para ese año "la superficie de cultivo de soja en el sudeste de América del Sur aumente 18 millones de hectáreas -precisó Magrín, del Instituto de Clima y Agua del INTA-. Esto quiere decir que podría ingresar más tierra al cultivo de soja o que muchos de los que están deforestando seguirán haciéndolo para pasar a la soja". Sin embargo, el monocultivo termina por acelerar la degradación del suelo. Según Canziani, la solución es relocalizar los cultivos y los peces en riesgo en zonas más frescas. Se estima que el corto plazo el maíz puede perder un 14% de productividad, mientras que la cebada, el trigo y la avena, un 10 por ciento. El arroz y el azúcar seguirían el mismo camino. "Para reducir estos efectos hay que hacer un estudio del suelo y un relevamiento total del ordenamiento territorial, que incluya la evaluación de los recursos naturales, el clima y los ríos. No sirve de nada realizar las mediciones desde el espacio -dijo Canziani-. Un radar o un satélite sin pie en el suelo no sirven para obtener los datos que necesita la Argentina para los próximos años."

Entre las principales carencias de los países de América latina están la ausencia de estrategias de protección de los ecosistemas naturales y de evaluaciones de riesgo por falta de información y la puesta en marcha de un sistema de adaptación efectivo, según coincidieron los expertos. "La Argentina pierde decenas de becas de formación superior por falta de una política nacional de desarrollo. Investigadores trajimos al país medidores de acidez de lluvia que nunca se usaron, que es un problema crítico en los países en desarrollo -dijo Canziani, tras aclarar que esto no lo señalaba en nombre del IPCC-. Desperdiciamos la ayuda que nos brindan otros países, que siguen insistiendo porque están preocupados por la falta de información disponible." Según el geólogo Jorge Codignotto, autor del Capítulo 13 del IPCC, que estudia el efecto del calentamiento global en las costas, las predicciones indican que en 2025 el 85% de la población argentina se concentrará en las zonas costeras. "Esto no se puede detener, pero sí se pueden tomar medidas adecuadas, como no hacer ciertas obras edilicias -comentó-. En las ciudades marítimas son frecuentes las calles perpendiculares a la costa. Cuando llueve y hay sudestada, hacen que el flujo pluvial no vuelva a la arena para evitar la erosión de la costa, sino que termina en el mar." Pero no todo está perdido. La buena noticia es que somos una población con alta capacidad de adaptación, según un estudio dirigido por Canziani en cámaras termodinámicas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. "Nuestra alimentación y el entorno nos favorecen", finalizó. Por Fabiola Czubaj De la Redacción de LA NACION