Después de 12 meses de gestación, la ballena jorobada ha parido ya a su cría en las aguas tropicales del Océano Pacífico. Y como cada año, se dirige desde el Ecuador hacia el Océano Antártico para alimentarse. Es un gran mamífero (su peso ronda las 45 toneladas) que desarrolla toda su vida en el mar, un animal de rutina que cría en las aguas cálidas y se alimenta en las frías.
Las hembras viajan pendientes de sus ballenatos, que hasta los once meses son lactantes. Los peligros de ese gran viaje anual son muchos para este cetáceo, catalogado como especie amenzada: colisión contra embarcaciones, contaminación de las aguas, ruido de los dispositivos sónar de los barcos y, en su destino, falta de alimento por el cambio climático. Y este año se encontrarán con un nuevo problema: la flota japonesa ha salido de caza.
50 ballenas jorobadas
En la campaña de esta temporada, Japón ha decidido cazar por primera vez ballena jorobada o yubarta. En total, 50 ejemplares morirán con "fines científicos", según argumenta el país nipón, ya que la Comisión Ballenera Internacional no permite desde 1986 la caza con fines comerciales. Se estima que viven 20.000 ejemplares de esta especie. En el siglo XIX, según un reciente estudio sobre las variedades de ADN de los cetáceos, habitaban en los mares 1,5 millones de ballenas jorobada.
La flota japonesa, la única que caza ballenas en el hemisferio sur, se ha propuesto este año acabar también con 50 rorcual comunes, en peligro de extinción, y 935 rorcual aliblanco, explica la coordinadora de la Campaña de Océanos de Greenpeace, Paloma Colmenarejo. Los barcos de pesca zarparon este fin de semana de Japón y se dirigen hacia la Antártida hasta el próximo febrero o marzo, cuando hayan capturado sus presas.
En esta ocasión les sigue de cerca el barco de Greenpeace Esperanza, que quiere denunciar esta cacería. La organización ecologista, junto con centros de investigación de las Islas Cook y Nueva Caledonia, implantó este verano unos chips en los grandes cetáceos "para seguirles vía satélite desde su lugar de apareamiento y reproducción hasta el Océano Antártico", señala Colmenarejo, y también para saber qué hace la flota japonesa.
El mapa de la ubicación de las ballenas yubarta se puede consultar en Internet en la web de Greenpeace, aunque se actualiza con varios días de retraso para evitar dar demasiados detalles a los japoneses. Los ecologistas cuestionan los "fines científicos" de estas matanzas, ya que bajo este argumento, aseguran, se ocultan fines comerciales. "La carne de ballena termina en los supermercados y restaurantes japoneses", asegura Colmenarejo.
El Gobierno en funciones de Australia ha manifestado su oposición a la cacería yubartas, una especie muy apreciada por el turismo de avistamiento. Las ballenas viajan ahora rumbo al Santuario de Protección de Ballenas del Hemisferio Austral creado en 1994 para poder finalmente alimentarse -durante su largo viaje permanecen sin ingerir alimento, porque su bocado más deseado vive en la zona antártica, el krill, pequeños crustáceos en forma de pequeñas gambas-. Desconocen que les siguen de cerca, por distintos motivos, los japoneses y los ecologistas.
Las hembras viajan pendientes de sus ballenatos, que hasta los once meses son lactantes. Los peligros de ese gran viaje anual son muchos para este cetáceo, catalogado como especie amenzada: colisión contra embarcaciones, contaminación de las aguas, ruido de los dispositivos sónar de los barcos y, en su destino, falta de alimento por el cambio climático. Y este año se encontrarán con un nuevo problema: la flota japonesa ha salido de caza.
50 ballenas jorobadas
En la campaña de esta temporada, Japón ha decidido cazar por primera vez ballena jorobada o yubarta. En total, 50 ejemplares morirán con "fines científicos", según argumenta el país nipón, ya que la Comisión Ballenera Internacional no permite desde 1986 la caza con fines comerciales. Se estima que viven 20.000 ejemplares de esta especie. En el siglo XIX, según un reciente estudio sobre las variedades de ADN de los cetáceos, habitaban en los mares 1,5 millones de ballenas jorobada.
La flota japonesa, la única que caza ballenas en el hemisferio sur, se ha propuesto este año acabar también con 50 rorcual comunes, en peligro de extinción, y 935 rorcual aliblanco, explica la coordinadora de la Campaña de Océanos de Greenpeace, Paloma Colmenarejo. Los barcos de pesca zarparon este fin de semana de Japón y se dirigen hacia la Antártida hasta el próximo febrero o marzo, cuando hayan capturado sus presas.
En esta ocasión les sigue de cerca el barco de Greenpeace Esperanza, que quiere denunciar esta cacería. La organización ecologista, junto con centros de investigación de las Islas Cook y Nueva Caledonia, implantó este verano unos chips en los grandes cetáceos "para seguirles vía satélite desde su lugar de apareamiento y reproducción hasta el Océano Antártico", señala Colmenarejo, y también para saber qué hace la flota japonesa.
El mapa de la ubicación de las ballenas yubarta se puede consultar en Internet en la web de Greenpeace, aunque se actualiza con varios días de retraso para evitar dar demasiados detalles a los japoneses. Los ecologistas cuestionan los "fines científicos" de estas matanzas, ya que bajo este argumento, aseguran, se ocultan fines comerciales. "La carne de ballena termina en los supermercados y restaurantes japoneses", asegura Colmenarejo.
El Gobierno en funciones de Australia ha manifestado su oposición a la cacería yubartas, una especie muy apreciada por el turismo de avistamiento. Las ballenas viajan ahora rumbo al Santuario de Protección de Ballenas del Hemisferio Austral creado en 1994 para poder finalmente alimentarse -durante su largo viaje permanecen sin ingerir alimento, porque su bocado más deseado vive en la zona antártica, el krill, pequeños crustáceos en forma de pequeñas gambas-. Desconocen que les siguen de cerca, por distintos motivos, los japoneses y los ecologistas.
MARÍA GARCÍA DE LA FUENTE - MADRID - 20/11/2007 08:02
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