Científicos que estudian esqueletos de ballenas en el Monterey Canyon anunciaron el descubrimiento de dos nuevas especies de invertebrados que comen los huesos de las ballenas muertas. En un artículo de la revista “Science” de julio, los investigadores describen a estos gusanos que difieren en su estructura y en su forma de alimentación a cualquier otro animal conocido.No tienen ojos, patas, bocas o estómagos, pero tienen coloridas extensiones semejantes a plumas y raíces verdes. Usan estas raíces para infiltrarse en los huesos de las carcazas de las ballenas, consumiendo la grasa y el aceite con la ayuda de bacterias simbióticas.El biólogo marino Greg Rouse, del South Australian Museum, trabaja con los científicos Shana Goffredi y Robert Vrijenhoek del Monterey Bay Aquarium Research Institute (MBARI) para clasificar al nuevo organismo colocándolo en un nuevo género llamado “Osedax”, del latín “devorador de huesos”.
Foto de laboratorio de uno de los gusanos devoradores de huesos Osedax frankpressi, que ha sido extraído de un hueso de ballena. Normalmente sólo la plumas rojas y blancas y el tronco rosa son visibles. Las raíces verdosas y los ovarios blancuzcos están dentro del hueso. La característica mas visible de Osedax rubiplumus y Osedax frankpressi es su rojizo plumaje que extiende en el agua y actúa como agallas. Las plumas se conectan al tronco muscular que se insertan en un tubo transparente cuando el gusano es molestado. El extremo del tronco, escondido dentro del hueso de la ballena, es un ancho cuerpo en forma de un saco oval. Las raíces verdosas están llenas de bacterias que disuelven el aceite de los huesos. Los científicos inicialmente estaban desconcertados por el hecho de que todos los gusanos colectados eran hembras; sin embargo mientras examinaban un ejemplar de dos a siete centímetros de largo bajo el microscopio, descubrieron que muchas hembras tienen docenas de microscópicos machos viviendo dentro de sus cuerpos. Parecería como si estos machos nunca hubieran dejado atrás su pasado estado larval (sus cuerpos todavía contienen trozos de membrana vitelina) pero tienen copiosas cantidades de esperma. Los investigadores también observaron que las hembras de todos los tamaños estaban llenas de huevos, el co-autor del artículo Vrijenhoek comenta: “Estos gusanos parecen ser el equivalente ecológico de los dandelions (una especie que crece rápidamente, ponen un montón de huevos y se dispersa lejos y ampliamente)” Esta estrategia podría considerar que estos gusanos pueden vivir solamente en ballenas muertas; después que el esqueleto ha sido consumido, todos mueren. Antes que esto suceda deben liberar suficientes huevos o larvas para que puedan ser transportados por las corrientes oceánicas hasta que encuentren otra carcaza donde alojarse.Rouse nota que “Por la inusual anatomía de las hembras estábamos desconcertados acerca de que tipo de animal era Osedax”. Pero después de analizar una porción del ADN, los investigadores determinaron que están cercanamente relacionados con los largos gusanos tubos encontrados en las chimeneas hidrotermales de las profundidades del océano. Ambos géneros obtienen nutrientes con la ayuda de bacterias simbióticas.Posteriores análisis de ADN arrojaron sorprendentes resultados: después de observar variaciones en el ADN mitocondrial (lo que es asumido como un cambio constante a través del tiempo) los investigadores concluyeron que los mas recientes antecesores de estas dos especies de gusanos datan de 42 millones de años atrás, el mismo tiempo en que las primeras ballenas se desarrollaron.La diversidad genética de la especie también sugiere que son parte de una activa población de cría que incluye cientos de miles de individuos, una población que ha estado presumiblemente frente a los ojos humanos en la inmensidad de las profundidades del océano.
Fotomontaje de los restos de una ballena en el fondo del Cañón de Monterey, como apareció en febrero de 2002, poco después de su descubrimiento. Notar el gran número de gusanos rojos cubriendo el cuerpo.Image credit: (c) 2002 MBARI
Después de estudiar una ballena muerta en la bahía de Monterrey (Baja California) por un año y medio, Vrijenhoek y Goffredihan han llegado a la conclusión que las dos nuevas especies de gusanos están en la punta del iceberg (o mejor dicho en la punta de la cola de la ballena). Los restos de esqueletos de ballenas representan una importante fuente de alimentación en un ambiente limitado de comida como son las profundidades del mar. Craig Smith de la Universidad de Hawaii, ha identificado ecosistemas con cientos de diferentes animales que se han desarrollado alrededor de los restos óseos de una ballena. Algunas de estas comunidades pueden ser sostenida por décadas con los huesos saturados de aceite de los cetáceos muertos. Los científicos del MBARI describen la inusual población de animales de los restos óseos de Monterey Canyon en un artículo que será publicado en “Deep Sea Research” en octubre de este año. Como las poblaciones alrededor de las chimeneas hidrotermales, las comunidades de los restos óseos de ballenas envuelven fuentes de comida altamente localizadas y efímeras. En las chimeneas, gases sulfhídricos son consumidos por las bacterias, que a su vez proveen sustento a otros animales. El mismo mecanismo se observa en las carcazas de cetáceos, donde el sulfídrico puede producirse por bacterias que se encuentran en los tejidos de la ballena. Sin embargo, la bacteria simbiótica en Osedax spp. presenta una estrategia evolutiva totalmente diferente: disuelven los lípidos de los huesos (grasas y aceites) directamente para proveer alimento a los gusanos. Es la primera vez que una bacteria que degrada lípidos ha sido observada en una relación simbiótica.Aunque los restos óseos han sido estudiados en diferentes sitios a lo largo de California, los de Monterrey Canyon son los mas conocidos a la fecha. Por su gran profundidad (2891 metros) se puede explicar porque algunos de estos animales nunca había sido visto anteriormente. En adición a las nuevas especies nombradas, los investigadores colectan entre cuatro a seis no identificadas formas de gusanos de las carcazas de ballenas. A pesar de que no son tan raras como Osedax, estos desconocidos animales resaltan la innimaginada biodiversidad y las adaptaciones que tienen los organismos que habitan las profundidades del océano.
Artículo científico citado:
G. W. Rouse, S. K. Goffredi, and R. C. Vrijenhoek, Osedax—bone-eating marine worms with dwarf males. 2004. Science. Vol. 305 #5684 (July 30, 2004).
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