lunes, mayo 15, 2006

La Patagonia era una enorme isla


Si la Argentina hubiera existido hace cientos de millones de años, para visitar los glaciares o irnos a pescar truchas hubiéramos tenido que atravesar el océano y hacer un viaje “internacional”... Ocurre que, según un trabajo que está a punto de publicarse en Earth Science Reviews, una de las revistas más reconocidas de las ciencias de la Tierra, la Patagonia sólo se fusionó con el extremo austral del continente americano –también con lo que es hoy el sur de Africa y un sector de la Antártida oriental– hace unos 315 millones de años. “La zona de colisión se encontraba en lo que es ahora el norte de la provincia de Chubut”, explica el doctor Carlos Rapela, investigador del Conicet y director del Centro de Investigaciones Geológicas de La Plata, quien, junto con el geólogo británico Robert Pankhurst, del Isotope Geosciences Laboratory, del Reino Unido, firma el estudio. Hace siete años, Rapela y Pankhurst decidieron analizar algunas de las rocas más antiguas que se encontraban al sur de la Sierra de la Ventana. El objetivo era verificar una audaz hipótesis postulada hace dos décadas por geólogos argentinos -entre los que se contaba el doctor Víctor Ramos, de la UBA- y sudafricanos sobre el origen de la porción más austral del territorio. En los años sesenta y setenta, la idea de la deriva de los continentes y de la expansión del fondo marino -y la demostración de que la cadena del Himalaya surgió hace treinta millones de años de una monumental colisión entre continentes- había conmovido al mundo científico. Pero si bien el fondo de los océanos guarda el recuerdo del viaje de la India hacia el Norte, cuando se trata de reconstruir la historia más allá de los 200 millones de años ese tipo de registros se borra y hay que trabajar con rastros indirectos. "Teníamos que descubrir rocas que tuvieran evidencias de colisión continental, que son las que se forman por fusión a alta presión -explica Rapela-. Como ocurre con dos automóviles que chocan de frente, en la zona de la colisión se produce un arrugamiento, eso hace que la corteza continental se engruese y en el interior de la tierra se formen rocas a temperaturas que superan los 650 o 680 grados." Claro que, dado el lapso que transcurrió entre ese momento y el presente, encontrarlas no es sencillo. Sólo existen afloramientos pequeños, por lo que la tarea adquirió ribetes detectivescos. "Las rocas antiguas que contienen evidencias de estos procesos son muy escasas en la Patagonia -subraya el científico-. Han sido en gran parte erosionadas o cubiertas por otras formadas en importantes episodios geológicos posteriores, como el desmembramiento de Gondwana o la formación de los Andes modernos. Pero encontramos lo que buscábamos en la parte central y a lo largo del río Chubut." El paso siguiente consistió en determinar la edad, un procedimiento aún más complejo. Exigió una tecnología inexistente en América latina: la microsonda iónica de alta resolución desarrollada en la Universidad Nacional de Australia, en Canberra, conocida comoShrimp (sigla correspondiente a Sensitive High Resolution Ion Microprobe). Durante más de seis años, los investigadores analizaron las piezas obtenidas. "Shrimp permite calcular no sólo la edad original de las rocas, sino también la edad de los episodios de calentamiento extremo que sufrieron después de formadas -detalla Rapela-. Esto último es esencial para estimar el momento de una colisión entre continentes, ya que durante esa etapa las rocas se calientan, llegando a fundirse parcialmente. Esta fusión hace recristalizar el borde de ciertos minerales, y analizando algunos como el circón, que tiene uranio y plomo, es posible determinar cuándo se formó, es decir, el momento del calentamiento, y en consecuencia el de la colisión del continente. Si pensamos que el tamaño promedio de un cristal de circón es de sólo 200 micrones (0,2 milímetros), analizar la composición del borde es una hazaña tecnológica de magnitud." Según Rapela, es muy difícil definir las dimensiones del microcontinente que se aproximó desde el Sudoeste, pero éste seguramente debía incluir parte de lo que es ahora el centro de Chubut, Santa Cruz (el actual Macizo del Deseado) y Tierra del Fuego, y tal vez también la Península Antártica y parte de la Antártida actual. "La colisión suelda el microcontinente al resto del supercontinente, y produce una extensa deformación que se prolonga en el tiempo, formando el cinturón plegado de Gondwana, fragmentado en la actualidad en pedazos que se encuentran en tres continentes distintos desde que se rompió, hace 130 millones de años", explica. Y... sí, esto no hace más que confirmar que el mundo es un rompecabezas con pedazos dispersos por todo el planeta que se mueven uno o dos centímetros por año. "Es más -concluye el geólogo, y lanza un pronóstico estremecedor-, en estos momentos Africa está colisionando con Europa. El mar Mediterráneo está en extinción. Italia y Grecia van a desaparecer." Por suerte, esto último sucederá dentro de... 20 millones de años.
Por Nora Bär De la Redacción de LA NACION

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