Este año, el número de animales varados es el más alto del mundo desde 1971
Una escena inusual empañó en octubre y noviembre el espectáculo que cada año brindan las ballenas que se acercan a las costas de la península Valdés, en el sur argentino. Turistas y no sólo científicos pudieron ser testigos de la gran cantidad de ejemplares de la ballena franca austral que aparecieron varados, muertos, en las costas del golfo Nuevo. Más precisamente, algo más del doble que los años anteriores. "Este año murió el 32% de la cohorte de ballenas vivas que llegaron a la península esta temporada, lo que para la comunidad científica internacional que se dedica al estudio de cetáceos es el número más alto de la historia de registro de la especie, desde 1971", explicó ayer a LA NACION el licenciado Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB). El 90% de los ejemplares muertos son crías de hasta 8 metros de largo. Este aumento inusual de la mortalidad de estos mamíferos del océano fue detectado por el Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral, que integra el ICB, la Sociedad de Conservación de Ballenas de los Estados Unidos y la Fundación Patagonia Natural. El financiamiento no está a cargo del Estado argentino, aunque la ballena franca austral fue declarada monumento natural nacional, sino del Servicio de Pesquerías Marinas de los Estados Unidos (NMFS, por sus siglas en inglés). Según los registros del programa, la cantidad de ejemplares que llegaron vivos a aguas argentinas y murieron varados en las costas fue del 16% en 2003; del 14%, en 2004; del 20%, en 2005; del 10%, en 2006, y del 32%, este año. Para Sironi, "algo ocurrió en octubre y noviembre como para que 83 animales murieran tan rápido sólo en el golfo Nuevo". En el golfo San José, en cambio, aparecieron 7 ejemplares muertos. "Cada año se registran más ballenas francas varadas, muertas, en las costas de la península Valdés que en otras poblaciones y sitios del mundo", explicó a través de un comunicado la doctora Vicky Rowntree, codirectora del Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral y cofundadora de la Ocean Alliance, en los EE.UU. Pero ¿por qué murieron tantas ballenas? Es el gran enigma para descifrar. Para ello, se sumaron Bill McLellan y Michael Moore, científicos del NMFS, y Katie Touhey, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Durante su estadía en Chubut, realizaron diez necropsias de ballenas francas. Según Nadia Mohamed, coordinadora de campo del programa, se pudieron realizar necropsias parciales o totales en los cuerpos que se encontraron en mejor estado de conservación. Y la veterinaria Marcela Uhart, codirectora del programa, confirmó: "Las muestras obtenidas este año fueron enviadas a laboratorios especializados para su análisis", pero no descartó que el estado avanzado de descomposición de las ballenas muertas en el momento de ser reportadas y estudiadas dificultara mucho la determinación de las causas de muerte. Por ahora, la principal hipótesis considerada surgió de una coincidencia: en octubre último, en las aguas del golfo Nuevo se registró una marea roja con una intensidad muy poco frecuente. "A veces, las algas tienen floraciones que generan un nivel de concentración de biotoxinas letal para los animales y el ser humano -explicó Sironi-. Por eso, lo primero que buscamos en las necropsias es el intestino y el estómago, donde se concentran esas biotoxinas." Pero hasta ahora se ignora si existe relación entre la muerte de las ballenas y la marea roja, así como también si la mano del hombre intervino en el nivel de intensidad de esa marea. "En el golfo Nuevo, gran parte de la floración de las algas se debe al desagüe de líquidos cloacales, que provienen de una planta de tratamiento en Puerto Madryn y que, a través de El Doradillo, desemboca en las aguas del golfo", explicó Diego Taboada, director del ICB.
Por Fabiola Czubaj De la Redacción de LA NACION
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