Pasado mañana a las once, hora centroeuropea, con fiestas a lo largo y a lo ancho del globo, y una presentación formal en el célebre Palais de la Découverte, de París, se inicia el mayor esfuerzo de investigación polar de las últimas cinco décadas: el Año Polar Internacional que, a pesar de su nombre, se prolongará durante 2007 y 2008. Organizado por el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU, según sus siglas en inglés) y la Organización Meteorológica Mundial (WMO), se espera que este programa en el que confluyen miles de científicos de más de 60 países -y que también convoca a educadores, estudiantes y artistas- permitirá acumular un conocimiento vital sobre estas latitudes que, aunque tienen un papel fundamental en los cambios de nivel del mar, el clima, los ciclos biogeoquímicos y los ecosistemas terrestres, en muchos sentidos conforman aún una geografía virgen. "El Año Polar Internacional -dice el doctor Mariano Memolli, director nacional del Antártico y uno de los representantes de nuestro país en el comité científico internacional a cargo del programa- conmemora el 50º aniversario del Año Geofísico Internacional. Y dura dos años porque necesitamos dos períodos de luz en cada polo para que puedan cumplirse todos los proyectos." En tres ocasiones, durante los últimos 125 años, científicos de todo el mundo organizaron programas concentrados de exploración de las regiones polares. Cada uno de esos "años polares" fue un hito de cooperación científica internacional y acuerdos políticos. Según informan los organizadores, "la idea partió de un investigador austríaco, el teniente Karl Weyprecht, cocomandante de la expedición polar austrohúngara de 1872. De sus experiencias, Weyprecht concluyó que las soluciones a los problemas fundamentales de la meteorología y la geofísica se encontrarían cerca de los polos terrestres". Esta vez, los investigadores intentarán, entre otras cosas, determinar cuál es el estatus ambiental actual de las regiones polares; cuantificar y comprender cambios ambientales presentes y pasados, y mejorar la predicción de cambios futuros; avanzar en la comprensión entre las interacciones de las regiones polares y el resto del planeta; utilizar el privilegiado punto de observación que ofrecen estas áreas para desarrollar y mejorar observatorios tanto del interior de la Tierra como del Sol y el resto del cosmos. En una "avanzada" previa al lanzamiento de pasado mañana, un equipo de 52 investigadores del Alfred Wegener Institut, de Alemania, acaban de dar a conocer -en el marco del Censo de la Vida Marina- los resultados de un viaje de exploración de diez semanas en un un área prístina de 10.000 km2 que quedó al descubierto hace entre 12 y cinco años por el colapso de las barreras Larsen A y B. "Mientras sus familias estaban festejando el fin de año en 14 países, los especialistas de este poderoso barco científico estaban explorando aguas antárticas a 850 metros de profundidad, un área que está cambiando a gran velocidad", indica en su comunicado el Instituto. Los investigadores no sólo descubrieron que numerosas especies se están desplazando hacia zonas más superficiales, sino también numerosas especies presuntamente nuevas. Se espera que éstos y otros descubrimientos del Año Polar Internacional arrojen nueva luz sobre la compleja dinámica del globo. "Este debe ser el único efecto «positivo» del calentamiento global: que al destruirse aceleradamente las barreras de hielo hacen posible acceder a fondos marinos que habían estado cubiertos durante miles de años -comenta Memolli-. El [buque] Polarstern [en el que se hizo esta expedición] es casi mellizo del Irízar. De hecho, la Argentina también participa en este censo. Nuestra representante es la doctora Mariana Alder, del Instituto Antártico Argentino, y estamos acondicionando el Irízar con un guinche de pesca en la parte trasera para trabajar en un proyecto sobre la biodiversidad en el estrecho de Drake, que es donde confluyen los dos océanos." Durante los dos años que dura el programa, el país encabezará siete proyectos y participará en otros 26. Entre ellos, se cuentan investigaciones sobre el permafrost y el cambio climático, el impacto climático del derretimiento de los hielos, la evolución del clima antártico, la tectónica de placas polares, el agujero de ozono y la radiación ultravioleta, hielo y clima, contaminación en los ecosistemas polares, evolución y biodiversidad en la Antártida: la respuesta de la vida al cambio y muchos otros.
LA NACION
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